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sábado, 14 de noviembre de 2015

REPITIENDO PATRONES EN LAS RELACIONES, HO’OPONOPONO


REPITIENDO PATRONES EN LAS RELACIONES, HO’OPONOPONO

Jocelyne  Ramniceanu, nos comparte directamente de su blog el tema de las relaciones y las situaciones que se repiten una y otra vez  a lo largo de nuestra vida.

Todo se reduce a que las personas que entran en nuestras vidas nos sirven de espejos.  Ellas aparecen  porque  en nuestra mente hemos creado un modelo que atrae a este tipo de personas o situaciones. Atraemos lo semejante porque vibramos en esa misma frecuencia. Ellas nos muestran nuestras creencias en la realidad que creamos.

Estas personas ya sean parejas, familiares o amigos nos reflejarán  siempre ambos aspectos, nuestro lado oscuro, subconsciente y desconocido y aquellas características que más apreciamos, valoramos y nos enorgullecemos.

Cuando nos muestran nuestro lado oscuro, generalmente lo negamos,  nos resistimos, peleamos, discutimos o nos alejamos. Culpamos, juzgamos y manipulamos. Cuando reflejan nuestro lado aceptado, el que conocemos y aprobamos, entonces nos enamoramos, admiramos, aprobamos y la relación fluye hasta que comienzan a revelarnos la otra cara de la moneda.

Si la relación se  distancia no significa que hayamos sanado esas partes no integradas, es probable que sigan apareciendo nuevas relaciones en nuestra vida que nos vuelvan a mostrar aquello que es inaceptable e ignorado junto con aquello que nos agrada.

Ambos lados coexisten en todos nosotros. Hacen parte de nuestro sistema de creencias por lo tanto lo atraemos una y otra vez por medio de nuestros pensamientos, emociones y sentimientos.

Toda persona que se nos acerque y con la cual mantengamos una relación, un aspecto nuestro nos estará reflejando ya sea el que nos agrada o nos desagrada, o probablemente ambos.  Cuando transformamos nuestras creencias, las colocamos a la luz, y descubrimos su incoherencia ya no habrá nada que las refleje porque dejan de tener validez para nosotros.

Las relaciones nos permiten aprender quienes somos a través del otro.

Si permitimos a la relación ser lo que es más que lo que esperamos que ella sea, sin tratar de ejercer control alguno, esta relación nos permitirá conocer y descubrir más acerca de nosotros mismos y ese es el propósito de toda relación. Las relaciones permiten que cada quién experimente quién es, integrando todas sus partes, las aceptadas o las que negamos.

Hasta que nuestras creencias ocultas y defensas no vayan cambiando, seguiremos una y otra vez encontrando quienes nos las evidencien hasta que integremos y aceptemos como parte de nosotros todos nuestros aspectos.

Es probable que en nuestras relaciones llevemos inconscientemente a nuestros padres como modelo sin importar que ellos estén o no con vida, esa imagen de ellos la llevamos en nuestro interior; son experiencias reales o imaginarias, que quedaron grabadas  y no tiene nada que ver con quienes realmente fueron sino como los percibimos a lo largo de nuestra relación con ellos.

Estas imágenes y situaciones quedaron registradas, grabadas, cristalizadas y  luego olvidadas con todo aquello que nos hizo daño y las decisiones que en esa temprana edad tomamos para defendernos. Esto se nos estará mostrando una y otra vez hasta que la sanemos. Hasta que amemos ese dolor y lo dejemos ir.  Hasta que soltemos el pasado y nos perdonemos por seguir sosteniéndolo y manteniéndonos fieles a aquello que no es real.  Hasta que amemos esa parte de nosotros que aún se siente lastimada, desvalorizada y tal vez abandonada.

Todo lo que nos sucede son nuestras creencias manifestándose.

Para soltar nuestras memorias, al hacerlas conscientes agradecemos su presencia en nuestra vida  y volvemos a escoger una nueva opción.

Hay creencias difíciles de cambiar, porque estas fueron creadas para protegernos, por eso las soltamos con amor y volvemos a elegir. Si no las concientizamos, solo agradecemos la oportunidad de mostrarse cada vez que un conflicto aparece.

Las relaciones se sanan sanándolas en nosotros.

En la medida que tu relación contigo se vuelve más armoniosa y amorosa,  vas aumentando la auto aceptación y sobre todo si sientes compasión, te transformas y te acercas cada vez más a quién realmente eres.

Al abandonar las creencias sobre ti,  los juicios y exigencias hacia ti y  tus relaciones, te descubrirás  cambiado y atrayendo otras personas en la nueva frecuencia que te hayas colocado o tu relación conflictiva puede retomar un nuevo camino inesperado si la dejas ser tal como es.

Cualquier exigencia, critica, molestia hacia tu pareja se debe a las creencias que sostienes, pero la buena noticia es que nuestras creencias al analizarlas y conocerlas, preguntándonos si son ciertas o no; pueden cambiar, también puedes limpiarlas a medida que aparecen sin engancharte y  repitiendo GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS que son palabras mágicas que las dices mentalmente cuando te encuentres juzgando, quejándote, o reaccionando.

El amor que crees que te faltó, tú mismo te lo has negado y lo estás buscando afuera. Solo puedes dar aquello que te permites tener para ti mismo.

Si te das tanto amor como el que esperas de afuera, dejarás de sentirte dependiente y soltarás los apegos y las necesidades aparentes.

Toda pena, sufrimiento es el producto de la resistencia que creamos contra nuestra verdadera naturaleza. Nada ni nadie te puede dañar a menos que así lo creas y lo permitas.

Comunicándote desde el corazón fluye la energía para que tus conexiones respondan también desde el corazón.

TRANSFORAR EL TEMOR EN AMOR, HO’OPONOPONO

Casi todas nuestras reacciones provienen de nuestras creencias basadas en el miedo cuando estas no nacen  del amor incondicional.

Los celos, la envidia, la preocupación, el enfado, la tristeza etc., son sentimientos tan desagradables que lo que hacemos es evitar sentirlos, negándolos, disimulándolos o reaccionando violentamente a estas manifestaciones energéticas. Y lo hacemos respondiendo hacia afuera colocando en el exterior la causa de nuestro malestar. Rara vez miramos en nuestro interior.

Siempre conseguimos al culpable de aquello que sentimos, siempre miramos las circunstancias como un producto de la mala suerte o simplemente nos sentimos víctimas de las situaciones o de alguien. Nunca o muy raras veces buscamos la causa dentro de nosotros y aunque ya lo sabemos, nos olvidamos de que somos los creadores de nuestra realidad, de nuestras experiencias y de cómo percibimos el mundo.

Cuando cambiamos de pareja constantemente, cuando no conseguimos la pareja, o la pareja nos traiciona; cuando el dinero no alcanza, cuando no conseguimos el trabajo ideal, miramos y nos preguntamos: ¿Qué estoy haciendo mal?, ¿En que he fallado? ¿Porque me suceden estas cosas? Y comenzamos a sentirnos como pobrecitos,  seres imperfectos, no merecedores, con poca valía y dotados de mala suerte.  

Y la pregunta correcta que debemos hacer es ¿Qué hay en mí que estoy creando esto? o decir simplemente Lo siento, perdóname por aquello que hay en mí que está creando esta situación. Está manera de preguntar ya de por si nos hace recordar que “Yo y solo yo, soy quién crea mi realidad tal como es”, y si hay aspectos en mi vida que no marchan bien es porque tengo creencias acerca de mí y del mundo que aunque no estoy consciente de ellas, hacen que se manifieste de esta manera en mi realidad.

Antes de llegar al mundo sabíamos que éramos perfectos. Éramos una eterna manifestación de la creación, y como creaciones fuimos concebidos a partir de la misma sustancia de Dios. Luego al entrar en la frecuencia del miedo y la disfunción que caracterizan nuestro mundo, esta vida; lo hemos olvidado todo, para vernos inmersos en un ambiente hostil indistintamente de que hayamos crecido o no, en el seno de una familia amorosa y feliz.

En ese momento, pequeñitos,  se crearon las primeras creencias en cuanto a esta vida. En un niño pequeño donde la obtención de amor se hacía difícil y sujeta a condiciones; donde se hacía necesario ser digno para poder ser amado; es así como aparecieron las primeras creencias sobre las dificultades de obtener amor.  Luego a partir  de ese hecho surgió la creencia de que no hay suficiente, que hay que luchar para conseguir, y hay que ser merecedor. En ese momento, tal vez también se creó el erróneo concepto de que sentir  amor es igual a sentir dolor.

Hemos crecido, nos hemos desarrollado como seres adultos, nuestro intelecto se ha formado, y nuestra vida como persona madura la vemos como el resultado de la experiencia, mas ese pequeño niño interno nunca se fue, el no creció ni cambió. Él sigue allí aunque lo hayamos olvidado o creamos que lo hemos superado.

Una y otra vez las situaciones de vida que nos encontramos siempre reflejarán esas tempranas decisiones, esas conclusiones, esas creencias porque tenemos en nuestro interior y siempre irá con nosotros ese pequeño niño, herido y abandonado que aún necesita amor. Una y otra vez, algo del afuera nos apuntará a esas heridas que aún no han sanado y que seguirán allí hasta que le prestemos atención a nuestro niño interior.

Las  penas, las tristezas, la rabia, la impotencia, todo aquello que sentimos solo se pueden transformar en el ahora, no tratando de evitar aquello que sintamos, no tratando de esconderlo, sino sentir todo lo que es y toda la manifestación de nuestras emociones, amándolas tal y como son.

Sin juicios abraza mentalmente aquel pequeño que habita en ti y dile mentalmente que está bien sentir lo que siente. Dile que es correcto que lo sienta y abrázate imaginariamente y siente toda la emoción y dile al pequeño que hay en ti, que ahora ya no necesitará sentirse solo y sin amor porque tú estás allí para dárselo.

Acepta lo que sientes, siente en su totalidad aquello que está en ti, no lo resistas y ámalo. Paradójicamente, cuando eliges la transformación AHORA con aceptación y amor, automáticamente transformas tu pasado y tu futuro.

Solo puedes transformar el miedo y cualquier emoción en el momento que sientes la emoción, mandando amor. Tú eres amor, tú eres perfecto

Te amo, 

Jocelyne Ramniceanu.



*Fuente, autoria y cortesia de la nota:  hooponoponoenvenezuela.wordpress.com

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